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Los 3 pasos para tomar decisiones de inversión

  1. Antes de invertir… Conócete a tí mismo como inversor

    Descubre las respuestas a una serie de preguntas que te ayudarán a aclarar tus necesidades, preferencias y expectativas. Para elegir el mejor camino, hay que saber dónde se encuentra uno y a dónde se quiere ir. Por eso, tu primer paso en la toma de decisiones de inversión debe ser determinar tu perfil de inversor, lo que significa conocer las respuestas a las siguientes preguntas:

Determina tu perfil en base a estas preguntas

Se trata de definir tu situación financiera actual: qué ingresos tienes, qué gastos, qué deudas tienes. Averiguar el valor neto de tu situación financiera, que es la suma de todas sus posesiones y derechos (patrimonio) menos tus deudas. El valor neto es como una “fotografía” del estado de salud de tu situación financiera.

Además, tienes que saber de qué recursos dispones para ahorrar e invertir, por lo que es imprescindible elaborar un presupuesto familiar o personal, sumando todos los ingresos y restando todos los gastos. El excedente entre ingresos y gastos es la cantidad mensual que podrás destinar al ahorro y a la inversión.

La inversión es sólo un componente dentro de la planificación financiera personal. En condiciones normales tiene prioridad el control del endeudamiento, la acumulación de un fondo de emergencia en productos sin riesgo y la cobertura adecuada con productos de seguros contra posibles contingencias graves. Un plan financiero responsable siempre tendrá como objetivo eliminar el exceso de endeudamiento antes de destinar fondos a inversiones.

Tus objetivos financieros. Es imprescindible determinar cuáles son tus objetivos financieros, de un modo realista y concreto. Por ejemplo, “alcanzar la independencia financiera” puede ser un objetivo demasiado difuso y poco operativo. Sin embargo, “ahorrar 10.000 euros en tres años para renovar la casa” sí es un objetivo concreto: incluye plazo, cuantía y finalidad.

Los objetivos financieros dependerán de las circunstancias personales y varían en las distintas etapas de la vida, por lo que conviene revisarlos de vez en cuando.

Ejemplos:

  • Tener dinero ahorrado para emergencias:

    La mayoría de los expertos aconsejan tener, como mínimo, el equivalente de 3-6 meses de gastos reservado en un fondo de emergencia. Como el objetivo de este fondo es poder hacer frente a acontecimientos inesperados (una reparación u otro gasto extraordinario, una pérdida o bajada temporal de ingresos) debe estar compuesto por activos muy líquidos, siempre disponibles, como por ejemplo cuentas bancarias remuneradas a la vista, Letras del Tesoro o un fondo de inversión monetario.

  • Tener dinero ahorrado para gastos importantes: entrada a una vivienda, comprar un coche, montar un negocio, una reforma en casa, la educación de los hijos, una boda, unas vacaciones, para la jubilación.

Tu horizonte temporal. La respuesta a esta pregunta depende de la anterior. Al fijar objetivos financieros específicos y cuantificados hay que fijar un plazo temporal para lograrlos. El tiempo que defines para conseguir un objetivo será el periodo de tiempo durante el cual no podrás disponer del dinero para otros fines. Este plazo, llamado horizonte temporal, es un factor clave en la toma de decisiones de inversión.

Por ejemplo: no es aconsejable invertir en renta variable dinero que se va a necesitar a corto plazo (menos de 3 años). El precio de las acciones puede sufrir ciclos de fuertes subidas y bajadas, y si tienes necesidad de venderlas a corto plazo, es muy posible que tengas que hacerlo durante un período bajista, lo que significaría obtener una rentabilidad baja, o incluso registrar una pérdida. Sin embargo, si inviertes para un objetivo a largo plazo, podrás aguantar con la esperanza de que suba el precio en el futuro.

En general, cuanto más largo sea el horizonte temporal para conseguir un objetivo, más arriesgada puede ser la inversión.

Mis ahorros

Tu personalidad y tolerancia al riesgo. La aversión o tolerancia al riesgo de cada inversor se tiene que tener en cuenta desde dos perspectivas:

  • Una objetiva, que es la capacidad financiera de asumir pérdidas derivadas de la inversión. Esta capacidad vendrá determinada en gran parte por tu presupuesto y tu situación económica (ingresos y gastos), los objetivos financieros que tengas y el horizonte temporal.

    Es decir, ¿cuánto dinero podría perder sin comprometer en exceso mi situación financiera?

  • La otra perspectiva es completamente subjetiva y se trata de una disposición psicológica a asumir las mismas pérdidas.

    Una inversión que te quita el sueño no es buena, por muy rentable que parezca. No todo el mundo se siente cómodo con la posibilidad de perder parte de sus ahorros, aunque tengan capacidad financiera para soportar las pérdidas. Los inversores con poca tolerancia al riesgo pueden sentir pánico durante los reveses momentáneos del mercado y vender cuando no sea el momento oportuno.

En resumen, el factor tolerancia al riesgo dicta que la inversión adecuada sea aquella que permite al inversor dormir tranquilo.

Tus conocimientos financieros y tiempo de dedicación. Tu educación financiera y el tiempo que estás dispuesto a dedicar al seguimiento de tus inversiones también forman parte de tu perfil como inversor.

No es aconsejable invertir en un instrumento cuyo funcionamiento no comprendes. Si no sabes explicar las características de una inversión, no la realices. Es imprescindible saber en qué activos se invierte, si la rentabilidad está condicionada por algún otro factor (como un índice bursátil o tipo de interés), qué comisiones se cobran y sobre todo qué riesgos existen.

La consulta a expertos financieros es aconsejable en la toma de decisiones de inversión. Pero ten en cuenta que, al final, serás el único responsable de tu inversión.

El asesoramiento profesional no te exime de la obligación de hacer las preguntas o buscar la información necesaria para comprender en qué está comprometiendo su dinero. Es fundamental mantener un papel activo en el proceso.

La gran mayoría de los pequeños inversores no son expertos financieros, y aunque lo fueran, tienen otras obligaciones y responsabilidades, y no pueden dedicar mucho tiempo, de forma continua, a vigilar cada inversión. Ten en cuenta el tiempo de que dispones para dedicar al seguimiento de tus inversiones.



  1. El momento de invertir: elige un intermediario autorizado y los productos adecuados a tu perfil

    Evita los chiringuitos financieros. Antes de decidirte por una inversión en concreto, necesitarás elegir un intermediario a través del cual operar: 

    • Una empresa de servicios de  inversión (agencia o sociedad de valores)
    • Una entidad de crédito (banco o caja)

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Es fundamental verificar en el  Registro de CNMV si se trata de un intermediario autorizado para realizar los servicios que ofrece y que no se trata de un intermediario fraudulento, denominados chiringuitos financieros. No hay que dejarse embaucar por promesas de altas rentabilidades. Nunca confíes tu dinero a un intermediario no autorizado, por muy profesional que parezca o por muy tentadora que sea su oferta. 

Los intermediarios que están autorizados sólo podrán recomendarte productos de inversión de acuerdo con tu perfil de inversor. Lo habitual es que te hagan preguntas para determinar tus objetivos, horizonte temporal, tolerancia al riesgo, etc.  


Comisiones y gastos

¿Qué gastos y comisiones tendré que pagar?

Las entidades autorizadas están obligadas a informar sobre las tarifas que aplican. Puedes pedir que te entreguen por escrito los gastos y comisiones que te van a aplicar de forma efectiva en tu caso particular.  

No todas las entidades cobran lo mismo por la prestación del mismo servicio. Recuerda que las comisiones reducen la rentabilidad de la inversión, a veces de forma muy significativa. 

Información periódica

¿Qué información recibiré sobre el estado de mis inversiones? Te deben enviar periódicamente información sobre el estado de tus inversiones: tu rentabilidad, los gastos, etc. Pide que te enseñen un ejemplo de la información periódica que envíen y que te la expliquen con claridad. Es muy importante que la entiendas para poder hacer el seguimiento de tus inversiones.

Informarse bien

Elegir el producto adecuado, puede ser la parte más difícil, pero si está bien definido el perfil inversor será más fácil elegir.

También es imprescindible informarse bien, pedir la información necesaria, y si es posible por escrito.

Sé crítico con la publicidad. Ten en cuenta que los mensajes publicitarios intentan centrarse en los aspectos positivos de un producto. Hay que consultar la información oficial del producto.

En algunos casos, como por ejemplo para fondos de inversión o valores admitidos a cotización en las bolsas españolas, podrás encontrar folletos oficiales verificados y registrados en la CNMV. Además, las entidades intermediarias están obligadas a darte información clara, completa y veraz sobre los distintos productos que ofrecen.

No hace falta ser experto para elegir…

 Pero antes de comprometer tus ahorros sí debes tener claras las repuestas a ciertas preguntas muy sencillas.

Existen diferentes clases de riesgo que pueden afectar al rendimiento de la inversión, pero normalmente se habla genéricamente de “riesgo de precio”, que es la posibilidad de que un producto financiero sufra una variación en su precio, causada por diversos factores: como por ejemplo factores externos que afectan a la situación económica, los tipos de interés, las noticias políticas o factores más específicos como la quiebra o falta de solvencia del emisor del producto financiero, etc.  

En general, un activo con alto riesgo puede perder valor rápidamente al producirse un empeoramiento de algunos de estos factores, pero también subir en valor si mejoran las condiciones. Un activo con bajo riesgo se verá menos afectado con las subidas y bajadas del mercado en general. 

Tampoco hay que olvidarse del riesgo derivado de la inflación, que es  el riesgo de que los rendimientos de la inversión se reduzcan o anulen por la subida del coste de la vida. 

Mucha gente tiene la creencia de que lo más “seguro” es tener sus ahorros en una cuenta bancaria a la vista, o incluso bajo el colchón, pero lo único que pueden tener por seguro es que dentro de unos años, ese dinero habrá perdido valor. De hecho, cualquier inversión que obtenga una rentabilidad por debajo de la tasa anual de inflación, está perdiendo valor

La diversificación es la mejor forma de reducir el riesgo de inversión. Diversificar significa que "no conviene poner todos los huevos en la misma cesta".


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Ejemplo:

Imagínate que tienes 10.000 € para invertir y lo utilizas todo para comprar acciones de una sola empresa. Si baja la cotización de esa empresa o si la empresa quiebra, toda su inversión registraría una pérdida. Es decir, su rentabilidad dependerá de los resultados de una sola empresa. Sin embargo, si divides los 10.000 € entre varios instrumentos, su rentabilidad dependerá del promedio de rentabilidad de todos. Las ganancias de unos pueden compensar las pérdidas de otros.

Se llama cartera al conjunto de instrumentos financieros que un inversor mantiene en un momento determinado: acciones, bonos, fondos de inversión, depósitos bancarios, plan de pensiones, etc.

Así, se pueden tener unos productos de mayor riesgo, otros más seguros pero con menos rentabilidad, unos a corto plazo, otros a medio y otros a largo plazo, unos productos que invierten en unos sectores y otros en sectores diferentes. Es decir, se puede diversificar de muchas maneras y aunque sólo se puedan adquirir dos o tres productos, hay que procurar que exista cierta diversificación entre ellos.

La liquidez es la facilidad de vender un activo, o convertirlo en dinero, cuando así lo desea su titular, sin tener que esperar al vencimiento, y al precio de mercado. Algunos productos de inversión tienen mayor liquidez que otros y por lo tanto ofrecen mayor posibilidad para deshacerse de la inversión en caso de necesidad.

Un activo es más líquido cuanto más fácilmente se puede vender a corto plazo, al precio de mercado.

Mientras la rentabilidad y el riesgo suelen subir y bajar en la misma dirección, la relación entre rentabilidad y liquidez, sin considerar otros factores, es inversa. Es decir, a mayor rentabilidad menor liquidez y viceversa.

No obstante, es importante entender que el hecho de que un valor sea muy líquido no implica que no se pueda perder dinero. Por ejemplo, las acciones del Ibex 35 son muy líquidas y un inversor puede venderlas fácilmente, pero ¿a qué precio? Al precio de mercado en ese momento, que podrá ser superior o inferior al que tenían cuando se adquirieron.

Antes de elegir productos específicos de inversión es importante informarse bien de las tarifas y comisiones aplicables a cada uno. Es importante conocer el importe total de los gastos y comisiones asociados a la compra y tenencia del producto financiero.

Por ejemplo, para adquirir acciones de empresas o fondos de inversión cotizados, le será necesario abrir una cuenta de valores y pagar sus correspondientes gastos de administración y custodia.

RECUERDA: Los gastos y comisiones SIEMPRE disminuyen la rentabilidad.

El gravamen fiscal supone una disminución de la rentabilidad y por lo tanto es un factor importante a tener en cuenta. Aunque también hay que tener en cuenta que la inversión en determinados productos tiene ventajas fiscales.

Para conocer el tratamiento fiscal de los productos de inversión, debes consultar la web de la agencia tributaria.

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  1. Después de invertir, vigila tus inversiones

    En el paso uno, has decidido el camino a seguir según tu perfil de inversor. En el paso dos, has elegido el vehículo (producto) y has emprendido el viaje realizando las inversiones. El paso tres consiste en hacer seguimiento de las inversiones para controlar que todo vaya según lo planificado.

Como regla general, cuanto mayor sea el capital invertido y el riesgo asumido, mayor vigilancia tendrás que ejercer.

Hay quien mira las cotizaciones en bolsa todos los días para controlar si el valor de sus inversiones ha subido o bajado. Esto no es necesariamente recomendable. El inversor a largo plazo no debe obsesionarse por las fluctuaciones diarias de precios y debe evitar tomar decisiones precipitadas basadas en emociones.

En el otro extremo, hay personas que se olvidan de sus inversiones una vez realizadas. Conviene hacer una revisión periódica, y siempre que ocurra en alguna de las situaciones descritas en el siguiente desplegable.

  • 1. Rendimiento e intermediario: Los intermediarios tienen la obligación de enviarte información periódica detallando cada valor o producto financiero del que eres titular, la rentabilidad durante el período, así como todos los gastos, comisiones y retenciones aplicados, para que puedas saber con exactitud cuánto has ganado o perdido. Esta información es muy importante (se trata de tu dinero) y debes asegurarte de leerla y entenderla. Sólo así sabrás si te conviene seguir con la inversión o tomar otras decisiones.

    Por supuesto, cada vez que realices una operación de compra o venta, debes comprobar que la operación se haya efectuado según tus instrucciones y al precio acordado.

  • 2. Posibles fechas de vencimiento: Algunos productos tienen una fecha de vencimiento (plazo final) en la que el inversor debe tomar decisiones. Por ejemplo, llegada la fecha de vencimiento de un fondo garantizado, se suele establecer un nuevo período de garantía, pero con condiciones diferentes. En otras ocasiones el fondo empieza a funcionar como un fondo no garantizado a partir de la fecha de vencimiento. El inversor (partícipe) ha de decidir si quiere permanecer en el fondo con las nuevas condiciones o si quiere reembolsar sus participaciones y recuperar su dinero o traspasarlo a otro fondo.

  • 3. Cambios en tu perfil de inversor: Cambios en tu situación personal y financiera pueden significar cambios en tus objetivos de inversión o en tu horizonte temporal, resultando así en la necesidad de reevaluar su cartera y hacer ajustes.

  • 4. Cambios en los mercados: Los mercados financieros están en constante movimiento. Hay ciclos alcistas y ciclos bajistas. Aunque los movimientos normales no justifican necesariamente una modificación de tus inversiones, pueden darse situaciones que sí aconsejen un reajuste; por ejemplo, cambios en los tipos de interés, una recesión económica, cambios políticos, económicos...

  • 5. Desequilibrio de tu cartera: Por último, ten en cuenta que los distintos productos financieros que componen tu cartera tendrán rendimientos diferentes. Unos se revalorizarán más que otros, y en algunos casos podrá haber pérdidas. Por lo tanto, el porcentaje que representa cada tipo de activo en relación con su cartera total variará con el tiempo.


¿En qué productos invertir?

Antes de decidir, conviene recordar que todos los productos de inversión contienen riesgo. Más o menos en función de la rentabilidad esperada, existe una gama muy amplia de productos de inversión, algunos muy complejos, pero  todos se rigen por el binomio rentabilidad/riesgo. Es imprescindible conocer bien las características de cada producto antes de tomar una decisión, para estar seguros de que realmente se corresponde con nuestras expectativas y necesidades.


No se debe invertir el dinero en un producto que no se comprende.

Normalmente, los productos de inversión suelen utilizarse para cumplir objetivos financieros a medio y largo plazo. No obstante, también hay productos de inversión muy indicados para el corto plazo, como son las Letras del Tesoro, los pagarés de empresa o los fondos de inversión del mercado monetario.

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